Not now, darling.

sábado, 26 de abril de 2008

"Me odiaras, lo se, cuando leas esto. Esta sera la ultima de mis cartas, lo se también
Es mas, puedo decir que sera la ultima carta que leas en tu vida.
No me interesan tus motivos, dejaste mi orgullo herido, mi vida desecha, tomaste todo eso, y lo convertiste en tu alimento. Comiste por años de mi dolor, de mi humillación.

Deje que cuidaras a nuestros hijos, los criaste como quisiste. Me arrepiento. Ahora, Anna es una mujer, y Henry hace años que no lo he visto. Supongo que estará muy feliz con su novia. Por momentos, me veo reflejado en ellos, cuando eramos jóvenes, no nos importaba el pasado ni el futuro. Profanábamos las tumbas de nuestros recuerdos día a día, solo para agregarle la nueva agua del futuro. Ahora, no eres mas que una mujer que desperdicia sus días sentada frente a una televisión, ante un computador, ante un notario, o ante alguno de sus tantos amantes. Si, ¿Creías que no sabia que me engañabas?. Por eso te deje, insignificante mujer, y no por "motivos que van mas allá de tu comprensión" como te dije en algún momento. Me hizo bastante feliz que no me dijeras anda sobre eso, es mas, hubiera jurado que aparte del llanto falso, no demostraste nada mas cuando saque mis maletas por la puerta.

Ahora, que debes estar recordando todo, supongo que tendre que decirte que voy a hacer. Voy a entrara tu casa, por esa ventana, y voy a romperte el cuello. Si, mira atras, esa ventana. ¿Ves ese fulgor extraño?, es el fuego de estos ojos tras sus lentes. Luego de hacer eso, mi cuenta estara completa. No me importara morir en la carcel, tengo cancer terminal, asi que no creo que sirva de algo. Simplemente, morire en una habitacion de algun hospital, conectado al suero, mejor comida que cualquiera que tu hayas hecho. Dudo que mis hijos me crucifiquen por hacerte esto. Mas que mal, ellos sienten lo mismo que yo.¿Acaso llegaste a pensar que podian querer a una mujer que le daba mas atenciones a su cara que a sus hijos?.
Gracias a Dios que ellos pudieron negar esas cosas, y yo me encargue de enseñarles decencia y otras cosas mas. Si, yo fui quien les enseñe a comer, a vestirse, a vivir como seres humanos. Cada vez que venían de visita, los instruía. Algo que tu nunca hiciste.
Bien, creo que a llegado la hora. Te conozco bien, así que corte el teléfono, robe tu celular, desconecte la alarma, y cerré los cajones con cuchillos de la cocina. Te dije que algún día nos serviría esa cerradura.
Ahora, haceme el favor de dejar esta carta en la mesa, y mirar al vació con horror. Claro, esa expresión.
Nos vemos en el infierno."

La mujer dejo la carta en la mesa, y, como le habían indicado, miro al vació con horror. Mas, en vez de correr, y de tener que morir a manos de su ex-esposo, tomo su cinturón, subió a una de las sillas del comedor, y lo paso rápidamente de la viga hacia su cuello. apretó, y pateo la silla. Luego de unos momentos, su cuerpo se mecía como un péndulo.
Se abrió lentamente la puerta.
- Te conocía mucho mejor de lo que tu nunca pensaste. In pace requiescat.

Debora

domingo, 20 de abril de 2008

Estas ahi, dando vueltas a ciegas en una habitacion de sillas y mesas.
Y yo, temeroso de hablarte, te niego la vista. Tambien te niego el habla, y el entendimiento.
Te veo sola, o puede ser que yo sea quien este solo. Busco en tus ojos alguna señal, algun grito silenciado en la cornea oscura.
Tu pelo da oscuros destellos que se pierden en los infinitos remolinos del mismo, no dejando ver tus ideas ni lo que sientes.
No te llego a entender por completo, ni a verte el alma entumecida, ni a amar el blanco de tu piel.
Dudo que pueda llegar a entenderte, mas la palabra sincera podra dejar mis dudas en paz.
Palabras, canciones, gritos y silencios. Hechos y desechos juntos en espejos de papel.
Mas, ahora las horas, los dias, los eones pasan, y no hay palabras de por medio. No hay mas risas , ni llantos, ni bromas, ni halagos, ni falsos enojos.
Ni siquiera hay un tibio desenlace aburrido. Ni siquiera un odiado "¿Ya, y?" perfilado en tus labios.
Ahora, en mi habitacion, en mi laberinto cerebral, me pregunto, ¿Acaso son ideas mias?, ¿Acaso tu no sientes lo mismo que yo?, ¿Acaso mis pensamientos han sido errados todo este tiempo, y ya no eres, ni soy para ti, nada mas que nada?.
No lo se, no lo puedo pensar. No me has dejado pensar en nada. No puedo si no vagar tristemente en mis conjeturas, reteniendo mi agraciada imaginacion.
Asi que, ahora, dime tu, ¿Eres tu ahora, o no volveras a serlo jamas?

Lonely Town

viernes, 18 de abril de 2008

No podia recordar la ultima vez que habia estado ahi. Tal vez hace un año o dos, tal vez mas. Conocia de memoria las caminos hechos por paseantes ausentes, conocia bien el olor de la palmera que crecia en medio de ese pequeño bosque de coniferas de largos nombres.
Habia estado vagando unos cuantos minutos, buscando. Las pequeñas lapidas, afloraban a la fuerza en el nacimientos de aquellos arboles.
Arboles de hojas carmesi, arbustos verdes y ocres, marrañas de enrredaderas, gran cantidad de viva vegetacion nacia donde se posara la mirada. Y, debajo de este fructifero espectaculo, se erguian las lapidas. Millones de lapidas, asi como millones de arboles, emergian, mostrando sus finos caracteres esculpidos.
"Ira", decia la mas cercana, coronada por un arbusto gris y azul, con perdidas hojas pinteadas adornandolo. "Amor" , sobresalia en un arbol de duraznos. "Envidia" y "Celos" crecian abrazados por los troncos. Solo "Soledad", la triste palmera, crecia alejada de todo. Y sus largas hojas tocaban el suelo, tratando de tocar las raices de algun arbol cercano.
Y yo observaba tal acto, pensando en lo mal que deberia ser una palmera.
En tales pensamientos estaba sumido, que no vi a una graciosa joven, que llevaba hojas y flores en sus brazos. En un canasto, palas y fertlizante llevaba.
Llego hacia la palmera, removio un poco de su tierra, puso hojas y fertilizantes, y planto flores en ellos.
Embobado, deje de lado mis pensamientos, decidido a hablar con tal musa, que a mi vista, aparto sus enseres, y corrio en direccion opuesta a la mia.
Y desde entonces espero, con la pala y las hojas en la mano, su regreso.
Cada cierto tiempo, riego la palmera, y veo como la lapida se marchita un poco cada vez.
Y hoy, entre los arboles, la veo venir. Todo va a estar bien.