Endless

jueves, 20 de noviembre de 2008

Estamos sentados, con una luz tenue sobre nosotros, en casa de Franco. Tenemos al frente sushi, abundante sushi, y no hay tintineo mas alla de el golpe de los vasos. Un vaso se derrama un poco sobre la mesa, nadie se da cuenta. Una pieza de sushi surca el aire y cae sobre la soja con wasabi, estrepitosamente, salpicandonos. En un momento, todo se detiene, y alguien cae a limpiar el desastre. Luego, todo esta como antes. El ambiente se mantiene tibio. Franco me invita a tomar un Collins, mientras me lleno la boca con Uramakis. Nos paramos, y charlamos un momento mientras Franco sirve en un vaso largo de delgado el Collins. Miro hacia la mesa, y tambien al sofa. En la mesa todo se puso mas meloso, y las parejas estan acurrucadas como si el mundo se fuera a acabar. Le digo a Franco que todavia no estamos asi. Sorbe un poco de trago, y me asiente con la cabeza. El sofa esta vacio, solo esta ella. Con el cabello amarillo. No se quien sera. Franco me alarga su vaso semi vacio. Espera, me dice. Lo veo aproximarse al sofa. Ya se que sigue.
Me deslizo como una sierpe en la estepa, hacia la puerta, y salgo a tomar aire al patio. Fatuosidad de noche, donde las luces muestran las sombras como algo celestial. Siento el clamor desde dentro de la casa. El escalon me cobija un poco, y dejo que el aire me despeine con sus infinitos dedos, dejando que la brisa me roze los oidos. Asi estaba yo, cuando vi unos ojos escondidos, como yo, en la oscuridad. Al parecer, de debo de haber visto muy gracioso, con la cara hacia arriba, capturando el viento. Me miraba, y solo veia sus ojos. Hola.
Se acerco, y le vi la cara, extrañamente blanca. Hola. Me dice que adentro hay mucho ruido. Claro, le dije. Me alcanza una botella de algo trasparente. Acerco mis ojos a la botella. Todavia no estoy tan borracho, y puedo leer claramente la inscripcion de una botella de vodka. ¿Quieres?. Solo ahi me doy cuenta de que todavia tengo los vasos de adentro. Le paso uno a ella, y me quedo con el de Franco. Esto es mejor, le digo, con la cara llena de sonrisa. En silencio, sorbimos licor. Ella estaba ahi, tendida en el pasto, y yo me empeze a escurrir hacia su lado. Lo nota ella, y se me carga en un hombro. Me pregunta por que sali, y mientras habla, veo que Franco me hace señas para entrar, por la ventana abierta. Le hago un gesto con la cara, y se larga. Tenia ganas de frio, le respondo, con ensoñacion en la voz. Justo como yo, me dice. Nos quedamos asi, apoyados, largo rato, hasta que las luces de la calle se apagaron, apagando el mundo alrededor.

Proximity

lunes, 10 de noviembre de 2008

No hay forma de decirlo, una resonancia en mi mente, una luminosidad alterna en la claridad del dia, que me enerva el espiritu y no me deja dormitar. Dejame decirte cuanto siento no poder decirte cuanto siento el hecho de tener que estar contigo mientras no estas, de irme cuando llegas o de callarme un ruido sordo.

Ya mis manos no pueden sostener el peso del mundo que siempre cargue, no pueden, el pellejo se les sale, y el mundo me rompe los huesos, y tu eres el mundo implacido, en mis huesos, en mis uñas, en mi carne.

Pero tu no ves, el hueso, el alma encarnada, ni mi clamor, ni nada, por que ver y oir no son tus cualidades. Eres la estatua mas bella del cementerio, donde yo estoy enterrado bajo nueve metros de tierra y cemento, pero aun asi te veo, los ojos marfilosos.

No escuche que cantaste

Deje de tocar el Do, y en ese momento pude mirar hacia afuera y observar lo bello del dia. Un gran dia para salir, me dije. Luego recorde a mi madre, tan inteligente. Nunca salgas sola, me dijo cuando niña, y todavia no puedo sacarme ese consejo de encima. Miro nuevamente la calle, y pasa una pareja en bici, con su equipo deportivo y todo. Me imagino andando asi por una calle sureña, con lluvia y sin sonido. No, no hay calles asonoras para mi.

Me llevo la mano a la cabeza, y se me parte en el acto. Rezongo a la pared, y me empiezo a levantar con lentitud. Dios, no mas martini para el buen bebedor. Toco el suelo, por que no veo nada en la oscuridad en la que estoy. Camisa, zapatos, pantalones. ¿Donde estan los pantalones?. Detras del armario estaban, pero no se como llegaron ahi. 12.30 am. Una buena hora para irse, aunque todavia son las 6.00 am. Puse a calentar agua en el hervidor electrico, que dio chipazos en cuanto lo encendi. Empiezo a mirar la TV, y salen noticias morales. Dejo de lado eso y me pongo a prepararme mi dosis diaria de cafe, y dejo que mi mente vaguee unas cuantas horas, al compas de los acordes que vienen de mi ventana.

Le digo a mi madre que saldre. Extrañada, me pregunta quien me acompañara. Solo es ahi, a la calle, le digo. Salgo rapidamente antes de que diga nada, y me pongo un abrigo para salir. El viento frio esta delicioso. Dejo que la mezcla del olor a humedad y sol clarificante despues de la lluvia me levanten. Me encamino doce pasos a la derecha, trece a la izquierda, y luego cruzo la calle hacia el bazar. Le pido al señor que me de un helado. Helados de verano, no de invierno. La cara de sorpresa es innombrable. Salgo del local y me pongo a pasear un poco, siempre teniendo la casa enfrente.

Olor a mojado. El sol me quema los ojos y la bulla me retumba en la cabeza. Cierro rapidamente la ventana, dejo la TV apagada y me voy yendo. La escalera estrecha me hace flaquear como si fuera un perro nuevo. Despues de abrir la reja, me pongo a caminar calle arriba. Un feliz bellaco esta atacando a otro con su noble espada. Digo, un ladron haciendo su trabajo. Paso al lado de ellos, ninguno lo nota. Entro donde don Daniel, y le pido un helado. Si, de esos que dan frio. Me dice que es segunda persona que lo pide. Dato anecdotico del dia, hay otra persona cerca que come helados en invierno.

Deje de mirar las aves que se posaban sobre la Acacia Melanoxylon que esta proxima a la esquina. Mi atencion se centra en la pareja de abuelos que aparecen en el contorno de la esquina opuesta. Tan viejitos, tan dulces. La gente anciana (no vieja) me atrae un poco, no me imagino siendo asi. El hombre que viene atras de ellos parece poco feliz. Todos parecen poco felices a esta hora.

Viejos. Rapido. Apura. Deja pasar. Bravo, bravo. Que extraño, me siento observado. Esa extraña sensacion de que ... Oh, espera, ella me esta mirando. Que mirara, es un enigma.

Se ve raro. Camina raro. Me esta mirando, pero mira mas alla de donde estoy, atras mio. Miro por sobre mi hombro y veo que no hay nada. Se acerca. Dios.

Una de esas extrañas cosas en mi es que tenga cojones para hablarle a un desconocido. Pero se ve que ella es interesante, asi que, vamos a hablarle. Se movio un poco hacia atras. Influencia de las noticias. Vageo un hola en mi boca. Hola, me dice con tranquilidad finjida. Elisa, me dice que se llama. Rapida, muy rapida. Me estira la mano. Le doy la mano. Es una mano como otras.

Alex. Olor a cafe me llega de su boca. Y luego, nada. No me dice nada y no digo nada. Me mira con los ojos vacios. Le digo que donde vive, atras, en la calle de atras, me dice. Me dice que va un poco apurado. Claro, claro. Le dejo. Adios Alex. Chao Elisa.

Sube el escalon de la casa de mas atras, y desaparece en el umbral de la puerta. El señor Palacios estara extrañado que no haya llegado aun. No importa. Me doy vuelta, y me pongo frente a la puerta de la casa de Elisa. Quiero golpear la puerta, pero no puedo. Y mientras ofuscado pienso en lo tonto de mis palabras, me siento en el escalon, como un derrotado empresario que perdio todo en una transaccion fallida en las Islas Caiman. Tiro una piedra a la calle, y escucho la musica de arriba. Notas de un instrumento. No se de musica, pero es la misma musica de cuando despierto. Cierro los ojos y pienso en doce canticos de iglesia. Y disvario un poco y cierro los ojos.
No, no ire a trabajar hoy.