Ophelia

sábado, 19 de junio de 2010

La consulta del dentista Delmar era pequeña, compuesta de tres espacios; una salita de estar con un sillon y una mesa llena de revistas siempre viejas, un baño, y la consulta en si, donde el dentista Delmar tenia sus utenlisios en una bandeja de metal, relucientes dentro de sus fundas de plastico, y claro, su sillon de operaciones.
Ofelia estaba hecha un ovillo en el sillon de la consulta, esperando pacientemente su turno, mientras tanteaba las arrugadas hojas de las revistas. Ya se sabia de memoria que revista era solo tocando sus paginas, notando las faltas de sus hojas, y cosas asi que uno aprende mientras esta aburrido.
Mientras hacia esto, la puerta de la consulta se abrio, y una señora bajita con pelo blanco en moño salio, acompañada por el dentista Delmar, con sus pantalones cafes, su bata blanca, la barba con bigote y los lentes redondeados, que le daban la apariencia de un academico mas que de un destista. La señora se despidio cortesmente, mientras el le daba los consejos tipicos de la profesion, lavese bien los dientes, coma verdura, manzanas, y venga a verme para la revision.
El dentista la despidio hasta la puerta, y luego se volvio hacia Ofelia, invitandola a pasar.
La habitacion con la silla era de un color beige, y estaba compuesta solo por un pequeño meson, dos ventanales que daban a la calle, una radio antigua, y, obviamente, la silla. Sientate, le dijo, esto va para largo. Segun Ofelia sabia, sacar las muelas del juicio no era dificil, pero dolia mucho y habia que estar en cama mucho tiempo, con la cara bendada o algo asi.
Se sento, mirando el techo, unas pequeñas grietas que surcaban ese oceano beige, y oia el ruido de los instrumentos metalicos contra la bandeja. El dentista Delmar, anticipandose a lo largo que iba a ser este tratamiento, encendio la radio para que la niña no se aburriera. La musica broto, derrepente, y ella, tendida ahi, esuchaba (era lo unico que podia hacer). Los tonos, los colores de la musica fueron bailando frente a sus ojos, mientras ella separaba los bajos de los altos, los tenores de los contra altos, los baritonos y los falsettos, todas esas cosas que ella aun no conocia, pero en los largos años siguientes, aprenderia hasta la saciedad, y Ofelia creceria, y su voz cambiaria, los tonos y las calidas notas que de su voz brotarian harian deleite en la voz de ciertos criticos, que a temprana edad poseia tal talento. Las audencias mas pudientes oirian atentas las cuerdas de Ofelia, elevando las cejas ante tal volumen y compustura. Y ese dia, el gran dia, ella sola ante el anfiteatro, su voz resonaria con magnificiencia, mientras recordaba la cara del dentista Delmar, las notas de su radio, y la dicha de haberlas comprendido a tan temprana edad.

Santiago de Chile

viernes, 9 de abril de 2010

Erase un hombre asqueroso, harapiento, que vivia en una orilla de la calle. Erase este mismo hombre, que pedia dinero, y era ignorado dia a dia por el pueblo, que solidarizaba con todas las causas y se jactaba de ello. Piense este hombre, nadie me da dinero, yo no lo quiero para mala causa. Y piensan las Gentes, consigue un trabajo, vago de mierda. Pero las Gentes ingnoran, que eso es lo unico que saben hacer, y olvidan al vago mientras ven las noticias de las 9 alabando a otras Gentes que ayudan y salvan al pais, por que somo un pais solidario, si señor.
Erase una noche fria, el vago durmiendo en su orilla, con su camada de perros, hermanos y unicos amigos, la comida escaseaba pero era suficiente para todos. Los perros felices se regocijan frente al vago, y duermen todos apilados para darse calor, los cachorros recien nacidos en el pecho del vago, para darles cobijo propio.
Seguiase la noche, y la Seguridad intento hechar al vago denuevo, la Seguridad siempre lo trataban de hechar de donde dormia, pero no les importaba las Señoras de la esquina, que siempre estaban dispuestas a hacer cualquier cosa, y a la Seguridad le encatan las Señoras, por que olvidan toda su decencia. El baston cayose en las costillas del vago, quien protegio a los perros, mientras la Seguridad gritaba que te vayas hijo de puta, que te vayas. Las Señoras miran horrorizadas desde la esquina, el condon colgandoles en los tacones, y un pequeño fajo de billetes en la minuscula cartera.
El vago grito con el estomago, hasta que la Seguridad se canso de la feliz amedrentacion, una clase de flirteo con las Señoras, y se fueron a la buena vida. Quejose el vago en la acera tirado, los ojos inyectados en sangre y los perros lamiendole las heridas. La noche seguia fria, las Señoras seguian trabajando, Seguridad aun era feliz.
Erase una vez, un tipo paseando perdido por esta ciudad, que se fijo en este vago. Los perros, el vago, la calle, la luz y el dia, y el pesar quedo en el. Y nadie recordo la historia del vago, que nadie sabe si es verdad, ni nadie sabra si era real, excepto el tipo que paso por ahi, quien no pudo ni sonreir el dia despues.

Eleven and Thirteen

domingo, 24 de enero de 2010

Numero 11 siempre penso que su variable aleatoria se podria encontrar en un lugar mas disperso del universo numeril, mas o menos rozando los imaginarios o algo asi, algun numero gigante, un numeral de cuarentaiocho cifras elevadas a la doceava potencia, un numeral tan extraordinariamente potencial que podria perderse dentro de su inconmesurable periocidad, pero aun asi, Numero 11 no creia que tal numeral existiera en el espacio bidimensional, ni tampoco pudiera esta atras suyo, donde los negativos se burlaban al revez de los numeros.
Numero 11 no tenia amigos, al frente Numero 12 se movia con pomposidad, y Numero 10 creia ser el mas importante de todos, que al siempre lo ocupaban para elevar, la decima potencia, que era un numero completo y sus alabanzas a si mismo eran ad infinitum.
Numero 11 tenia pocas caracteristicas interesantes, Numero 12 le decia que era el mas facil de multiplicar y eso lo hacia sentir poco interesante. Numero 10 seguia vanagloriandose, cuando Numero 12 le dijo que no fuera tan miserable, que el era un numero especial, un numero primo, que solian ser los que solo podian ser divisibles por si mismos y por el gran Numero 1.
Esto, a diferencia de lo que penso Numero 12, no lo hizo mas feliz, sino que, lo sumio en un estado de soledad incospicua, de la cual le tomo varios eones salir, al momento de que Numero 10 le dijo que se dejara de joder y lloriquear. Le grito, por sobre su cero, que el era un primo gemelo, muy cerca de un primo igual a el, pero separado por "cierto" numeral, indicando a Numero 12. Este ultimo le conto que si, que era un numero primo gemelo y que Numero 13 tambien lo sabia.
Por un momento, Numero 11 tomo contacto con Numero 13, atravez de la pared infranqueable que era Numero 12.
La situacion era excelente y feliz, mas la barrera que se imponia hacia que aquellos dos numerales se sintieran extrañamente encerrados entre barrotes invisibles, indoloros, pero aun asi, barrotes. Numero 12 y Numero 13, al fin, dejaron de comunicarse, para, en debido momento, derivarse de soledad.

Le fort vent noir

jueves, 21 de enero de 2010

Los oscuros pasillos, con persistente olor a cloro y formaldehido, han de verse terrorificos en la noche, piensa Gustav, mientras encamina sus pasos hacia el baño mas cercano. El sol empieza a ponerse, dejando una delgada estela roja donde los edificios se fusionan con el atardecer, y la delgada capa de hielo del vidrio le da un aspecto de imagen antigua, como la que esta colgada en su casa mostrando a la abuela Galina, con sus ojos profundos y negros, su cara arrugada y holgada bajo sus cabellos largos y blancos, que su padre dijo eran rubios como el oro.
Sus pasos resonaban ya, cuando las visitas habian desocupado las sillas al lado de los enfermos, y el piensa que seria mejor que Padre no viniera a verlo tan seguido, por que Padre no tiene tacto con las enfermeras, y les grita por cualquier cosa, que mi hijo tiene que tener la mejor atencion, y su bigote se llena de saliva cuando grita, y las enfermeras se encojen de hombros y se marchan a otra sala.
El baño estaba ya solo, a excepcion de un joven que estaba dentro de la caseta, haciendo ruidos guturales, asi que Gustav salio rapido, luego de orinar y lavarse las manos. Al salir, una camilla casi lo golpea, el ruido de los medicos balbuceando rapido, dando instrucciones e inyectando al pobre hombre. Yo llege asi, se dice Gustav, y se sonrie un poco por ya estar mejor. A la vuelta a su habitacion, decide dar una vuelta por el pabellon contiguo. El olor a vendas limpias y desinfectante no hace placida su estancia en cama, donde el roze de las sabanas le molesta mucho.
El pabellon contiguo es mas pequeño, con dos ventanales grandes, y Gustav se pregunta por que en su habitacion no hay ventanales, para ver la invernal mañana en Saratov, coronada cada dia con una nevazon que enblanquese las paredes verdes su casa, y la de los vecinos. Ojala tuviera una ventana.
Las camas estan ordenadas, cada una con un cuentagotas unido a una bolsa de suero, y toda la gente ahi parece ser de mucha edad, algunos pies caen de sus camas, y cuando Gustav se acerca a ver una pierna mas de cerca, nota que sus vellos estan blancos. Esto lo fascina a sobremanera, nunca a visto a alguien tan anciano en su vida, y acerca su cara a la del viejo. Tiene (¡sorpresa!) tambien las cejas y la barba blancas, parece un San Nicolas enfermo, se dice a si mismo y rie por lo bajo. Las ventanas de su nariz se mueven lentamente, expandiendose y contrayendose, y dentro tambien tiene pelos. Se pregunta si tendra tambien pelo dentro de las orejas, y cuando decide moverse un poco mas, su mano, un tanto transparente, roza el tubo que conecta al viejo con el cuentagotas. Se hace un estrepito, y el viejo despierta.
El general de fuerzas especiales retirado, Aleksey Suvorov, ya a los 75 años, aun conservaba fuerzas de sus años de soldado, a base de entrenamiento duro todos los dias, dos raciones de huevos en la mañana y mucho ejercicio y practica con los fusiles, practica que era facilitada por su rango militar. Tambien poseia un gran dominio de los cuchillos, asi como de combate cuerpo a cuerpo. Cuando Gustav desconecto el tubo, Aleksey desperto al instante, presentiendo un peligro inminente. Su primera accion, aprendida y esculpida en lo mas profundo de su mente ahora ya senil, fue la de darse vuelta rapidamente y propinar un codazo. Esto mando a Gustav a chocar contra la otra cama, dandose un golpe severo en su brazo. Aleksey, en un extraño momento de senilidad, recordo todos los años de pelea en el ejercito rojo, cuando no era mas que un jovenzuelo, y estas memorias se superpusieron a la realidad, y lo que no era mas que un niño inocente, se trasnformo en su mente en un gringo de mierda de tiempos mas buenos. La vision no duro mucho, y lo unico que vio fue la horrible cara de una perro, con su hocico transtornado y un ojo caido y perdido a nivel de sus piernas. Aleksey arremetio contra el perro, y su tacto se sentia calido y quebradizo, sus auillidos llenaban sus oidos, y el sentia caer la piel, tira a tira, mientras mataba al perro militar estadounidense.
En el pabellon, se escuchaba el pitido insistente de dos maquinas que monitoreaban el corazon de los ancianos. Una era la de un anciano que, al ver lo que lo habia despertado de su sueño inducido, tuvo un ataque al corazon, lo que no le impidio llamar a la enfermerar antes de eso.
El segundo era el de la maquina de Aleksey, que estaba tirada en el piso, y empapandose, con el cuerpo del viejo a su lado. Frente a ellos, Gustav, con sus vendas y su medio cuerpo quemado, gemia sin cesar, mientras la mitad de su cara lloraba rubies, mientras la enfermera corria a ver por que los viejecitos molestaban tanto a esta hora, por Dios.

First day, maybe second

sábado, 16 de enero de 2010

Miraba con cierto pavor las ventanas que vibraban al son de un canto de manos batientes y un coro que gritaba por entre los vidrios, pelo, pelo, pelo, mas y mas fuerte cada momento. Peor aun si uno de los que estabamos dentro dejaba la sala.
Habia un aburrido test psicologico frente mio. El desden que me provocaba solo lograba que escribiera cosas al azar, mientras la demas gente escribia, al parecer, con la misma parasimonia monotona.
Al final, aburrida tal vez o por simple necesidad, decidi salir e ir al baño. Al salir, senti tras de mi denuevo el griterio incesante con el cantar al pelo, ni dar la vuelta quize. El corto viaje al baño, virando aqui, nuevamente alla, pasando a traves de las salas abiertas donde otros estaban en mi situacion, acostumbrandose a sus profesores, materias, y cosas asi. Puede que alla sido algo abrumante, pero no interesaba mucho, considerando todo el tiempo que tenia para sobreponerme a esto.
El baño era un poco pequeño, aun seguramente mas lindo y limpio que el que ocupaban los hombres. Ya terminado todos mis asuntos en el baño, tenia que volver y terminar ese cuestionario tan inverbe, que quitaba tiempo de hacer cosas menos estupidas, como comer mas del delicioso pan que nos daban cada dia.
En eso pensaba, cuando una cara que habia visto solo en fotos se dibujaba fuera de la sala, hechado en el suelo con alguien de pelo largo. Saludo cortesmente con un vaiven de su mano, y se paro a saludarme.
Tenia el olor a tabaco impregnado en la ropa.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Y los efectos nocivos de una cancion o de un video visto a altas horas de la noche pueden provocarme un extremo malestar en el pecho, que me recorre la espalda y me sube al cerebro, donde no me gusta la sensacion de vacio que llego a sentir y que tampoco se como llenar.
Donde estaba lo racional ahora no queda mas que un despojo de lo que alguna vez fue un gran escudo contra todo esa niñeria del pensamiento emocional, donde podia dejar de pensar en un momento doloroso, dejandolo llevar por el viento, pero me hago viejo, y ya no puedo seguir siendo el niño que no siente nada, por que al final, los tontos son los reyes de la felicidad, y nosotros lo que pensamos debemos complicarnos la vida escribiendo y pensando y cantando y llorando y lamentandonos y rociando de ira las palabras a nuestro alrededor por que no podemos entender la mas compleja de las preguntas : ¿Por que yo no?

Now it's broken

viernes, 4 de septiembre de 2009

Los ojos se le dilatan mientras el brillo metalico de la pantalla le ilumina la cara, las letras negras cobrizas destilan un amor hacia otra, la anterior, y que palabras mas bellas le escribe, mas llenas de amor que nunca se apago, y ella las lee con todo el amor que puede, mientras piensa "No, no, el no es", pero la razon se lo dice, y lo vuelve a leer otra, una mas, cuantas veces hasta el se le pega en el craneo la mentira, como tantas otras que de su boca han salido, blancas y floridas mentiras de amor rosaceo y correspondido, y ella las creyo por que lo ama(ba).

No era la primera vez, meses atras ya habia leido algo similar, y habia dudado, pero sus palabras tenian el encanto de un lider comunista, convencian al corazon rojo antes que a la mente analitica, y a ella le encantaba su principe marxista, aun cuando no lo secundara.

Las palabras seguian manchando la pantalla, y ella recorrio cada una de ellas, un golpe que rompia las venas entre cada espacio, mientras la indecision del que hacer la confundia aun mas, mientras las lagrimas saladas corrian suavemente por sus mejillas, derramandose en el teclado y en las manos temblorosas.

El dia era gris, y la lluvia era una ingrata ironia de las lagrimas derramadas en el velo nocturno, mientras el recuerdo del hombre amado le carcomia la mente, un recuerdo vago de un amor que se devenia entre la verdad y la mentira, no podia ella saber donde empezaba la verdad y terminaba la mentira, cual de todas seria ella, seria La metalera, seria La de la universidad, quien podria ser ella para el. Por que para el ella siempre fue su princesa, se lo dijo siempre, pero ahora sabia que era el apodo genereal para todas.

Un cigarro compartio conmigo mientras me contaba algunas cosas, en tono simple y sin preocupacion, pero los ojos partidos no eran el mejor presagio para el dolor que le conllevaba. Nunca su nombre dijo en la conversacion.

¿Que cosas hacer cuando...

sábado, 22 de agosto de 2009

- Toma mucho alcohol? Alze la cabeza, mueva el estomago doce veces en el sentido de las agujas del reloj, relaje el estomago y piense en un pastizal quemandose mientras filtra sus entrañas hasta lo mas profundo de las cañerias.
- Esta lloviendo y no tiene paraguas? Busque algun hombre de baja estatura y voz potente que venda paraguas, revise su bolsillo desnudo del buen dinero, golpee en la cara al hombre y robe cuantos paraguas puede, mientras la gente se abalanza sobre usted. Corra lo mas rapido que pueda, sin caer.
- Sus audifonos estan malos y oye una conversacion en el Metro? Por favor, encuentre la pequeña ventana al final del vagon, abrala en caso de que este cerrada, ponga su cabeza al viento, y ruege por que sus oidos se tapen y/o sangren.
-No sabe donde esta y es demasiado timido para preguntar? Grite y quedese parado. Sera llevado al instituo mental mas cercano.
-Siente que esa personal especial no lo ama? Nada, deje de pensar en estas cosas y consiga un trabajo o algo decente, y por favor, baje esa pistola, usted no es un inverbe niño suicida.
-No sabe que hora es, y es de noche? Probablemente sea demasiado tarde para llegar temprano. Despreocupese y vaya a beber una cerveza, helada de preferencia.
-Su marido le pone los cuernos? Busque a un señor afroamericano, e indultene su gracia. Si, usted entendio lo que dije. No sea cartucha.
- Su amigo tiene novia, usted no, y se dan osculos freneticamente frente a usted? Eructe.
- Esta leyendo algo que usted juzga inmoral? Siga leyendo, usted es el inmoral, señor Hipocrita.
- Quiere algo de todo corazon y muchos mas lo quieren? Espere. Se devalorizara y usted lo podra tener cuando ya no le guste.

Same old story

lunes, 1 de junio de 2009

Usted problamente piensa que es gracioso el hecho de no pensar en la cantidad de cosas que pasan alrededor suyo, y lo mas seguro es que esta idea se le olvide cuando vaya al baño a lavarse las manos con alarmante preocupacion por que vio en las noticias que habia una epidemia y le informaron de la variedad de maneras de contagiarse y de los agobios de la enfermedad que terminarian en el ultimo exhalo de su vida en la manera mas penosa posible, bajo un nombre quimico, para desestimar el nombre popularmente acuñado a la rama de los porcinos, y supongo que ya no se acuerda de lo que le dije al principio, que mala memoria la suya, pero le sigo diciendo, ojala que nunca llege a pensar en lo que pasa a su alrededor, que podria destruir su cultura egolatra y enamorarse de algo que no sea su reflejo, o por dios no, ojala nunca pase, por que usted deberia sufrir, y deberia convivir con las otras gentes de alientos podridos y colonias baratas, y no quisiera que le pasara eso, podria llegar a encontrarlos amables y simpaticos, tomarles cariño y salir con ellos a tomarse algo y visitar lugares de apoteosica edificacion con mas gentes de dudosa procedencia, con los mismos alientos perfidos y ojillos pequeños, como de cerdos enjaulados, o enterrados en la arena, lo que le acomode mejor a usted, y moveria su cuerpo al ritmo de unos sonidos horribles, con un secante tambor ritual retumbando en el oido cada 2 segundos, mientras una pista de audio de dudosa calidad destruye la debil capa de sus timpanos, dios salvelo, cuando una dama, digamoslo asi, le mueve la cadera a nivel de sus propias caderas frontales, en un movimiento que le enerva lo mejor de usted, digame, ¿Enserio quiere eso para usted?, Yo le recomiendo que se quede aqui mejor, a mi lado usted estara bien, tiene muchas habitaciones que compartir, podemos jugar cricket cuando guste, puede pedirme todos los caballos que quiera, todas las tazas de té con dulces de chocolate y menta que guste, por favor, quedese aqui.

One two three

lunes, 25 de mayo de 2009

El suave golpeteo de la lluvia en el vidrio del techo hacia que la mujer dentro de esta se sobresaltara, mientras cada balazo del cielo al pavimento humedo, y la mujer miraba hacia afuera, con ojos desorbitados, mientras en el desierto se formaban pozas de agua lluvia.

In the Name of Harman

sábado, 9 de mayo de 2009

Te tiene la mano tomada con fuerza, mientras caminan juntos, hacia la iglesia de Los Leones. Tu todavia no estas segura, se lo dices. Te respondes que no te preocupes, que ya es tarde, la gente no va a esta hora. Pasan algunos arboles, donde la luz esta casi muerta, y su reemplazo halogeno empieza a vivir. La gente pasa, en contra de ustedes, mientras la imponente iglesia, con su cruz en la punta te recuerda cuando eras pequeña y te levantaban temprano para recibir el sermon.
Le miraste la cara, iluminada vagamente. Lo ves radiante, los ojos le brillan, y el bulto en su pantalon es prominente. Fetichista, piensas.
Pasan por la entrada principal, donde un hombre muy feliz los saluda, bendiciendolos. El le dice que muchas gracias, dios te bendiga, con una sonrisa perversa en la cara. El hombre no se da cuenta. Tus mejillas se ruborizan, y piensas en lo malo que es esto, que diria tu madre, que diria tu padre, que diria tu primo, el cura de la familia.
Se sientan en una de las bancas de madera, largas y dispuestas en hileras interminables. El ya habia venido aqui antes, piensas. Miras el atrio, blanco y dorado, vacio a estas horas. El te apunta con el dedo una esquina de la iglesia, una salida horizontal.
Caminan hasta alla, y sigues pensando que es una mala idea, mientras notas como su expectacion es creciente. Llegan al canto de la esquina, donde se ve que hay otro atrio, menos lujoso que el principal, pero mas oscuro. Puedes verle la mirada, brilla todavia. Caminan, todavia de la mano, hacia el atrio. Tu te pones a observarlo, como quien no sabe a que vienen.
El te toma desde la cintura, por detras, y te empieza a morder la oreja. Sientes el bulto en sus pantalones chocando contra tus nalgas, y empiezas a pensar que no era una mala idea despues de todo.
Te levanta, por sobre el atrio, mientras te saca los jeans, rapidamente, con un solo movimiento. Se nota que esta caliente, pienso, nunca es tan rapido. No tienes mucho tiempo para pensar, en un parpadeo el ya se habia sacado la raida polera y estaba encima tuyo, encima del atrio, con los ojos brillantes, las manos, muchas y rapidas sobre ti. Te saco la polera, nuevamente, rapido, casi rajandola. Su cuerpo, igual que la primera vez, es torpe. Empieza su juego, donde te lame casi completamente, pero tu no te quejas, mientras te dejas querer. Tocas su pene, vara dura y oscura ahora, mientras miras la cruz sobre tu cabeza, y empiezas a frotarlo, rapido, lento, rapido, y el lo disfruta. El juego se acaba, y le ves el pecho en la umbra, las gotitas de tu sudor, ahi. Te lanzas contra el, dejando que todo su cuerpo se una, gloriosamente, y te toca con las manos humedas, mientras tu gozas, y cabalgaz arriba de el, luego, cambio de posicion, la posicion del misionero. Sabes que el lo penso, por que se rie un poco, con esa risa perversa que tiene cuando un hombre se cae en la calle. Mientras estas ahi, sudorosa, te entra una excitacion mas alla de su entendimiento, y quizas el esta igual. Le clavas la espalda con tus uñas y el arremete con mas fuerza. Y ahi estas, oscura, entre unas paredes que no hacen ruido, donde la gente viene a contar sus pecados. Los ojos de Jesus te miran, y la vida es buena, y estas feliz, y dices que quieres mas y mas, mientras el tambien esta, ahi, oscuro, rememorando sus tiempos de colegio catolico. Cuando ves las fugura sangrante de un hijo de dios crucificado tal conejo, piensas en que es el mejor orgasmo de tu vida. Y gritas. Dios. Dios.
Pero aun asi, cuando el prende un cigarro, le dices que no, que estamos en la casa del señor.

I didn't meant ...

viernes, 8 de mayo de 2009

El humo del café jugaba en mi mano, mientras aburridamente esperaba. La chaqueta en el regazo y la bufanda amarrada en la pierna. Solo salías de noche, me habías dicho, la primera vez. Todavía no lo olvidaba, pero aun así, mientras el ocaso terminaba de morir, estaba impaciente. El humo, otra vez, ahora de un cigarro, que se perfilaba en la luz de neón, y la gente inundaba la cafetería, refugiandose de la inminente lluvia, que se reflejaba en las nubes gordas y negras.
Me levante para ir al baño, y cuando volví ella ya estaba ahí, a través de la puerta de cristal con el nombre invertido, golpeando el vidrio con la falange de su dedo, suavemente, repetidas veces, esperando entrar.
Saque del bolsillo de la chaqueta una libreta de notas. La abrí en la primera pagina, que tenia la palabra “PUEDES ENTRAR” escrita en mayúsculas, hace ya tiempo, abarcando todo el ancho de la libreta. Se la mostré por sobre mi cabeza, la miro un momento, y concentrandose en las letras, pudo abrir la puerta, con dedos finos.
Llevaba un vestido corto azul marino, con un collar rubio cruzandole el pecho. Se acerco donde estaba yo. Toma asiento.
- Hola,- hablo con voz aguda y rápida- disculpa que me me demorara, pero el bus nunca paso, así que tuve que tomar un taxi hasta aquí.
Callo, mirandome consumir el cigarro.
- Ya comí- dijo, ahora la voz triste y los ojos caídos.
Le dije, que te preocupas, todos los días tenemos que comer, es algo natural, y le hable sobre estadísticas, sobre jóvenes muriendo en accidentes de transito, hombres muertos en peleas en la cárcel y tontas niñas saltando desde edificios. Sonrío.
Tomo aliento, mientras el cigarro se mal apagaba en cenicero, desprendiendo humo por sobre nuestras cabezas.
Su cara era blanca, sin maquillaje, un rubor rosáceo pálido en las mejillas y los labios rotos, que sorbían agua de un único vaso de agua que pidió por trago. La gente miraba, lo sabia, por sobre sus hombros, tratando de descubrir el olor invisible, que les restregaba las narices y les recordaba el olor de las flores blancas en los cementerios, el día que enterraron a sus abuelos.
Pero no me importaba, a mi me encantaba ese olor, que en unas horas mas, con suerte, estaría impregnado en mis sabanas, hasta quien sabe que día. Un día leí un titulo de un cuento, “Muerte constante mas alla del amor”. No quise leer el cuento, pero el titulo se quedo en mi mente, hasta el día que la conocí.
- Dime, ¿como te a ido?- dijo soñadoramente.
Le conte mi día, irónico, hasta el momento en que entre a la cafetería. Ella escucho atentamente, con las manos en la cara y los ojos abiertos, con el color caoba luminoso siguiendo el movimiento de mis nerviosas manos mientras hablaba.
Seguimos hablando, ella reía, los dientes blancos, mientras la noche se hacia azabache, el ruido de los autos disminuía y la cara del dueño de la cafetería nos invitaba a largarnos. Salimos, juntos, desde el umbral hacia un viejo parque. Tenia las estatuas derruidas y los pastos secos, pero no importaba. La luz era tenue, claros halógenos cada veinte metros. Ella veía bien, mientras yo, que no recordaba bien el camino, tropezaba a cada rato. Me tomo la mano, firmemente, y sus uñas se clavaron en mi piel. Su mano estaba helada, tersa al tacto, una hoja caída de un árbol.
Llegamos a unos juegos, rojos dice ella, yo lo ignoro. Nos mecimos, infantilmente en los columpios, mientras ella canta:
- Still I need your sway, cause you always pay for it, and i need, i need you soul, cause you always soulful, and i, and i need your heart, cause you’re always in the right places ♫ - cantaba lentamente, mientras yo hacia como que tocaba la guitarra.
Me encanta esa cancion, se lo dije, y replico que tenia mucho tiempo para practicar el canto.
- Vamos, -dijo- me da miedo aquí.
Mentira. Ella llegar a otro lado. Quería ir a la casa derruida cerca de mi departamento. Me gustaba pensar en ese lugar como nuestra casa. Era una vieja edificación, que ahora tenia la puerta trancada, obra de mi maestría en barricadas. Solo podíamos entrar por un agujero lo suficientemente grande para pasar agachados los dos, y que luego disimulábamos con un contenedor de basura.
El camino era corto, y tenia que mantener la boca entretenida, así que saque un cigarro. Cuando alze la llama, ella me boto el cigarro con un movimiento de los dedos.
Falsamente me enoje.
- El cigarro da cáncer, te he dicho que te puede matar.
Le replique, pero tu no tienes que preocupar de eso. Aunque la luz era poca, pude ver como los ojos se le cristalizaban, y para abolir un llanto, la tome de la cintura y empuje suavemente hacia atrás, haciendo el ademan de besarla. Ella me corrió la cara, y yo sabia que era parte de su juego. Se separo de mi, una niñería, y corrió, sabiendo que yo la perseguiría. Llegamos, entre risas y jadeos a “nuestra casa”.
Pero la noción del tiempo se nos había hecho corta, y el sol se perfilaba amargamente en el horizonte. La apure a que entráramos, corriendo con el hombro el pesado, oloroso y jugoso contenedor de basura. El sol, maldito seas, nos había arruinado una perfecta noche. Pero teníamos a disposición todo un día para hacer lo que quisiéramos. Cuando ella se recostó en el piso frío del cemento, un pequeño rayo de sol cruzo el aire, llegando a su desnudo muslo, que despidió un pequeño olor a rost beef. Se aparto, me miro con ojos triste, y comenzó a llorar. Llore también, pero simple, como lloran los hombres cuando la pena los invade desde dentro, mientras la protegía del sol.