Ophelia

sábado, 19 de junio de 2010

La consulta del dentista Delmar era pequeña, compuesta de tres espacios; una salita de estar con un sillon y una mesa llena de revistas siempre viejas, un baño, y la consulta en si, donde el dentista Delmar tenia sus utenlisios en una bandeja de metal, relucientes dentro de sus fundas de plastico, y claro, su sillon de operaciones.
Ofelia estaba hecha un ovillo en el sillon de la consulta, esperando pacientemente su turno, mientras tanteaba las arrugadas hojas de las revistas. Ya se sabia de memoria que revista era solo tocando sus paginas, notando las faltas de sus hojas, y cosas asi que uno aprende mientras esta aburrido.
Mientras hacia esto, la puerta de la consulta se abrio, y una señora bajita con pelo blanco en moño salio, acompañada por el dentista Delmar, con sus pantalones cafes, su bata blanca, la barba con bigote y los lentes redondeados, que le daban la apariencia de un academico mas que de un destista. La señora se despidio cortesmente, mientras el le daba los consejos tipicos de la profesion, lavese bien los dientes, coma verdura, manzanas, y venga a verme para la revision.
El dentista la despidio hasta la puerta, y luego se volvio hacia Ofelia, invitandola a pasar.
La habitacion con la silla era de un color beige, y estaba compuesta solo por un pequeño meson, dos ventanales que daban a la calle, una radio antigua, y, obviamente, la silla. Sientate, le dijo, esto va para largo. Segun Ofelia sabia, sacar las muelas del juicio no era dificil, pero dolia mucho y habia que estar en cama mucho tiempo, con la cara bendada o algo asi.
Se sento, mirando el techo, unas pequeñas grietas que surcaban ese oceano beige, y oia el ruido de los instrumentos metalicos contra la bandeja. El dentista Delmar, anticipandose a lo largo que iba a ser este tratamiento, encendio la radio para que la niña no se aburriera. La musica broto, derrepente, y ella, tendida ahi, esuchaba (era lo unico que podia hacer). Los tonos, los colores de la musica fueron bailando frente a sus ojos, mientras ella separaba los bajos de los altos, los tenores de los contra altos, los baritonos y los falsettos, todas esas cosas que ella aun no conocia, pero en los largos años siguientes, aprenderia hasta la saciedad, y Ofelia creceria, y su voz cambiaria, los tonos y las calidas notas que de su voz brotarian harian deleite en la voz de ciertos criticos, que a temprana edad poseia tal talento. Las audencias mas pudientes oirian atentas las cuerdas de Ofelia, elevando las cejas ante tal volumen y compustura. Y ese dia, el gran dia, ella sola ante el anfiteatro, su voz resonaria con magnificiencia, mientras recordaba la cara del dentista Delmar, las notas de su radio, y la dicha de haberlas comprendido a tan temprana edad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ta muy bkn! tiene el medio cambio de enfoke y lo hace genial! me gusta me gusta